pudridora

“Más que un trabajo, esta obra es una reflexión sobre la vida a partir de los caminos que recorrí en el bosque lluvioso tropical de la provincia de Esmeraldas, en donde me descubrí como una mixtura entre artista-etnógrafo-asistente de campo-turista-espía, es decir, humano. El bosque me despertó del letargo de realidad asfáltica en el que estaba sumido y simplemente me transportó en la imponencia de su clima; en la omnipresencia del agua.

En medio del bosque surgió una inquietud: ¿Hay algo realmente inherente a los seres humanos? La palabra la tuvieron los árboles y lo que me susurraron fue: el espíritu. De aquella lección cuya aprehensión aún llevo en construcción, surge esta obra como un acto instintivo de Devolución. ¿Devolver qué? Pues parte de mi sombra y de sus sombras, de su mirada, de sus juegos, colores, temores, respeto. Parte de mi ser se quedó allí y ahora devuelvo simplemente esta carne vegetal en la que ellos me habitan todavía…”